Es el eco de la nada
Que canta en arreboles
Tiñe transparente el sonido
Y ciega destellos y olores...
Cambia el lóbrego su imagen
En su perpetua hendidura
Que rebasa la firme cordura
Del ego y sus pretensiones
El brillo inmaculado permanece
Escondido bajo la raza del saber
Cada cuenta, cada cosa
Es venerable de aprender
Como señuelo de la vida
En sonido de campana
Toca un lado y rosa la espalda
Del cordón con que ha hilado
Un vil espadachín
Rasca el lomo de su amo
Lame el suelo donde pisa
Y acopla sus veranos.
Raída su prisa
sume el beso mercenario.
Blanca Helena Soler